Las centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles son uno de los
principales responsables de la acumulación de gases de efecto invernadero en
la atmósfera.
Por otro lado, la actividad minera del país, es la principal
responsable de la acumulación de sulfato y metales disueltos en la hidrósfera,
particularmente en aguas superficiales y subterráneas, ligado aquello a la
generación de aguas ácidas de mina.
Frente a esta situación y de la manera en
que la población utiliza sus fuentes de energía, se llama a explorar nuevas
tecnologías de generación eléctrica, capaces idealmente de transformar los
desechos orgánicos en combustibles con menor impacto para el medio
ambiente.
La energía por bacterias ofrece una alternativa renovable y limpia para la
generación de energía eléctrica, una vez que el suministro de combustibles
fósiles se agote o antes si las medidas para reducir el calentamiento global son
insuficientes, esta fuente no requiere mantenimiento y puede funcionar por
varios años debido a que operan eficientemente a temperatura ambiente,
incluidas temperaturas bajas y la fuente primaria son generalmente
desperdicios orgánicos producidos por los seres vivos.
Las celdas de combustible microbianas (MFC) son un gran avance en materia
de generación de energía favorable con el medio y pueden ser un gran aporte en la disminución de residuos orgánicos, utilizando estos como principal fuente
de combustible o sustrato.