La capacidad de las bacterias de producir energía fue descrita
por Potter en 1911 y desde entonces se han venido desarrollando
estudios con la manipulación de estas bacterias donde se destacan las
capacidades bioelectrogénicas de las Arqueas, Shewanella, Proteobacter,
Pseudomonas y Geobacter.
El género Geobacter spp. fue descubierto por Derek Lovley en 1987 en los sedimentos de agua del río Potomac de Washington D.C. Desde entonces se ha descrito como un género de bacterias ubicuas del suelo, en especial suelos de sedimentos anaerobios, de aguas dulces y de aguas subterráneas, pertenecientes al grupo de las Deltaproteobacterias y con características morfológicas de un bacilo gram negativo con estructuras tipo flagelo y pili.
Geobacter spp. es conocida por su capacidad de oxidar una alta gama de
sustratos orgánicos ya sean puros (glucosa, acetato) o contaminantes (aguas
residuales domésticas, colorantes azoicos, residuos agrícolas y demás) para la
generación de energía eléctrica, convirtiéndolos simultáneamente en
sustancias menos tóxicas. De igual manera estas bacterias pueden realizar
biorremediación al reducir con relativa facilidad el petróleo y sus derivados
como el benceno, tolueno, pesticidas, éteres, entre otros. También logra la
precipitación de los metales pesados como el uranio (U), el cadmio (Cd), cromo
(Cr) y Mercurio (Hg) facilitando su remoción
La producción de
electricidad por especies de Geobacter en una celda de combustible microbiana (MFC), está dada por la
transferencia directa de electrones a través de los pilis o citocromos tipo c a
partir de la oxidación de sustratos orgánicos (generalmente sustratos simples
como el acetato), sin embargo a nivel de laboratorio se han obtenido pequeñas
densidades de potencia comparada con otras fuentes de energía, pues se trata
de una ciencia nueva, innovadora e importante para el futuro desarrollo sostenible.
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